Cáete, rómpete la cabeza contra el suelo, que el corazón te salte en mil
pedazos.
Un día hace años te regalaron una vida, a ti y solo a ti, y cada uno
intenta usarla como buenamente puede. Tal vez elijas rasgar la tuya. Te viste
en muchos momentos en los que creíste saltar al vacío. Saltaste, caíste de pie,
de rodillas, te aplastaste contra las piedras. No obstante, pese a todo, ahí
sigues, buscando y encontrándolo. Sigues viva. Tu vida, la vida, sigue.
A veces llega un momento en que los hechos, las circunstancias, no son fáciles.
A veces todo nos devora, nos supera. A veces las cosas no son como habíamos
planeado, como creíamos o esperábamos. Párate un momento, coge aire, respira,
observa lo que te rodea, mira el resto del mundo. Tal vez para construir tu
futuro tengas que romper con tu pasado; pero recuerda, todas y cada una de las
personas que aportaron algo a tu vida, bueno y malo, han formado parte de ella.
Sin ellas no serías quien eres, no elegirías tu camino, no buscarías ese
camino. Agradéceles ser quien eres, buscar el cambio o seguir como siempre.
Cáete, rómpete la cabeza contra el suelo, que el corazón te salte en mil
pedazos. Para levantarte tienes que caerte, para reconstruirte debes romperte, para
recomponerte hacerte añicos. Tanto si miras a los ojos del que tiene toda la
vida por delante como si observas a aquel que tiene arrugas en los párpados, te
darás cuenta de que en algún momento la vida puede ser maravillosa. Y cuando
ese momento llegue, disfrútalo. Hasta que venga el siguiente.
Ya que la vida se ríe de mí ahora ha llegado el momento en el que yo me ría
de ella.