martes, 10 de diciembre de 2013

De cuando la suerte conquistó a la felicidad




Desordenando la felicidad
me encontré con la vida.
Ajo

Abre los ojos. La mira fijamente, la mira y se ríe. Sonríe. Suena una canción que la golpea desde la primera nota, esa canción indicada para el momento preciso. La abraza y aprovecha para darle un beso en el cuello. La palabra "suerte" vuelve a salir de su boca de niña. Y rueda sobre ella, dispuesta a pasar el máximo tiempo posible jugando a la imposibilidad de levantarse de esa cama.

Cierra los ojos.  Siente. Piensa y siente. Los daños, las heridas. Lo bueno y lo malo. Por arte de magia todo se ha esfumado. No puede ser verdad. Se inquieta. Escucha a lo lejos cómo el miedo golpea a la puerta.

Abre los ojos. La mira fijamente, la mira y se ríe.

Y una vez más se prepara para la invasión. Ya tendrán tiempo de encontrar unos labios de recambio.

Entonces tiene la certeza de que, pese a todos los errores que ha cometido en su vida, lo mejor que puede hacer, lo que quiere hacer en ese preciso instante para zanjar tanta locura es arrojar las llaves por la ventana junto a su cordura.

Ya es tarde. La suerte la ha invadido y no piensa dejarla escapar fácilmente. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Cómo beber tres botellas en tres actos



Acto I. Sidra.
(Cualquier bar de Madrid)

Sobre la mesa, a la derecha, descansa una botella beige metálica. No hay vaso, no es necesario, los tragos saben mejor así. A la izquierda hay un cuaderno cuya portada está llena de tachones. Al centro, ella.

Es un punto de inflexión en su vida. Euforia. Tristeza. Se abalanza sobre el cuaderno, sus palabras lo devoran con avidez.  Perder para ganar. Ganar para perder. Al fin y al cabo lo único que desea y consigue es crecer.

Ponedme contra todas las paredes que queráis, terminaré haciendo lo que me dé la gana.

Acto II. Ginebra.
(Habitación en penumbra. Lejos de casa)

Una botella azul vacía observa la escena desde lo alto de la estantería. Al lado de ésta, se filtra por las rendijas de la ventana abierta el olor a verano con el alba que irrumpe en los portales. Los gemidos y la respiración acelerada cortan el silencio de la calle. En el suelo, las sábanas. En la cama yacen dos cuerpos.

Se le agota el tiempo. Los segundos vuelan más rápido de lo que su boca es capaz de robarle los besos a la piel. Sus dedos, hábiles, desabrochan el último corchete. Viajan por su espalda, girando a la izquierda por su cadera, saboreando lentamente la bajada hacia su sexo. Entonces, cuando sus dedos ya se han perdido entre las piernas, ella cierra los ojos. Cree que con eso basta para que el tiempo se detenga.

Es extraña esa sensación de desear a mujeres a las que nunca querrás y de querer a mujeres a las que ya no desearás. (Marwan)


Acto III. Vino blanco.
(Pequeño local con copas. Familiar)

Hay varias botellas de vino vacías sobre el mantel marrón que cubre la mesa. El arte, el olor de los platos terminados embriaga la estancia. Las anécdotas y las charlas están a punto de regarse con cava. Se puede palpar la satisfacción del trabajo bien hecho.

Entre tanta alegría se detiene un momento a reflexionar. El tiempo va pasando sin rumbo, como siempre. Las cosas siguen cambiando. Sigue sin saber muy bien hacia dónde. Ella la mira. Le agradece con una mirada cómplice haber planeado todo aquello. Sonríe.

Una buena copa de vino es como un beso bien dado. Sabes que la primera siempre llevará a la segunda.

lunes, 4 de noviembre de 2013

La vida de



Muchos escribieron y escriben sobre ello.

El amor tiene infinitas texturas, miles de olores, inagotables sabores, interminables maneras. Cada relación es única, incomparable, diferente. 

Muchos escribieron y escriben sobre ello, pero por mucho que yo escribiera mil vidas, el amor sería diferente cada segundo vivido.

La vida y el amor están hechos de primeros planos.

martes, 29 de octubre de 2013

Cambios



Tres historias. Tres puntos suspensivos. Tres saltos de página.

Entones llega ese momento en el que comprendes que hay fantasmas que te acompañarán toda tu vida como una carga. Cosas que nunca te dije, besos que te pedí, orgasmos que intenté robarte, horas que arañamos al sueño, acuerdos a los que tratamos de llegar, cafés a media tarde.

Das media vuelta y ves a tu yo del pasado; a sus flores, sus cartas de amor, sus pequeños detalles insignificantes, sus palabras justas en el momento adecuado. No sabes ni dónde ni cuándo, solo lo rápido que ha sido todo. Te ves ahora, fría, distante y cómo tu alrededor resbala sobre ti como la lluvia lo hace por las farolas. Comprendes que nada te duele lo suficiente como para derramar una lágrima, quizá porque ya quemaste demasiadas, quizá porque debe ser así. Te miras al espejo y te has convertido en una persona triste oculta bajo una sonrisa, en alguien vulgar. Te cansaste de esperar, porque no hay qué ni quién esperar.


Lo peor de todo es que te has convertido en aquellas personas a quien siempre odiaste. Y sigues caminando.

viernes, 25 de octubre de 2013

Perdóname



Perdóname por que me guste demasiado el sexo. Por querer escalar tus rodillas hasta conocer las intrigas que hay debajo de tu falda. Perdóname por mirarte de esa forma, a veces incómoda y otras extraña. Por esas noches en las que echo de menos esas noches que no compartiré contigo. Perdóname por quererlo todo sin tener nada. Por que me fascinen los pequeños detalles y a veces las cosas extrañas. Perdóname por imaginar a qué sabrá tu sexo. Por querer saber cómo olerán tus buenos días. Perdóname por las cartas que te escribí. Por las que prometí escribirte y nunca lo hice. Perdóname por querer mecerme en tu sonrisa. Por despreciar el mar al bañarme en tus ojos.


Perdóname por ser yo, como soy. Por haber visto demasiado cine y leído demasiados poemas de amor inacabados. 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo



La vida es pasión, es amor, es deseo, es sexo. Para haber vivido necesitas que el corazón te haya latido tan rápido que parece que se vaya a desbocar, necesitas anhelar algo con toda la fuerza y la energía del mundo, necesitas haber follado y haber hecho el amor a partes iguales, necesitas tener un corazón roto y uno reconstruido.

De qué nos sirve el cuerpo si somos insensibles al placer y al dolor, a los embistes de la vida y a los golpes de otro cuerpo contra el nuestro. Tengo el cuerpo y el corazón lleno de cicatrices y estoy agradecida a la vida por ello, pero sobre todo, agradezco al tiempo que me enseñó a secarlas aunque alguna extraña vez aún me piquen. Es bueno que piquen las cicatrices, nos recuerdan quién fuimos, dónde caímos y dónde acertamos. Es su manera de decirnos que aunque nos abramos en canal (a la vida, a alguien, a un proyecto) siempre habrá alguna manera de volvernos a cerrar para empezar de cero.

Agradezco el día que me planté y dije “soy así y aquí estoy”. La primera vez que leí “El guardián entre el centeno”. Que vinieras corriendo a abrazarme tras cuatro meses sin vernos. Que me preguntaras si podías llamar a tu madre para decirle que venía a verte. Que aquel martes por la tarde la profesora decidiera poner “Amelie” y no cualquier otra película. Que me dijeras que yo sola puedo proporcionarme cinco mil días de felicidad. Que me cuides como una madre. Las promesas de amor eterno de madrugada en mi coche. Que me echaras veintiséis años aunque no piense que los tenga. Que Estellés escribiera “Assumiràs la veu d’un poble”. Que te tumbaras a mi lado aquel día en la Montagnola. El olor de las librerías y las bibliotecas. Que pese a todo ellos me quieran tal y como soy aunque no les guste. Los orgasmos que me regalaste aquella madrugada de domingo. Que a los dos minutos de llamarte te presentaras en mi casa y me abrazaras muy fuere, que fueras aquel día casa. Que te pidiera un beso al lado del río contra mi coche y me lo dieras. Que tenga esta fobia irracional a los médicos y a las agujas. Que me ganaras esa apuesta de kit-kat. Aquella tarde que para ver a Mendoza tuvimos que estar en el extranjero. Cuando escuché por casualidad en la tele “Me he perdido”. El pequeño cuaderno como regalo de reyes. Que aunque haya unos cuantos kilómetros de por medio te apetezca pasarte casi dos horas al teléfono conmigo. Que fueras valiente aquella noche, explotaras y me contaras tus miedos. Que me vuelvan loca los rotuladores de colores. Una buena cerveza independientemente de la época del año. Tener tantos sueños irracionales e inalcanzables y aun así creer que lo imposible es posible. Pensar que nadie pueda ser tan malo, aunque luego nos golpee por la espalda. Que aunque quiera escuchar lo contrario seas capaz de decirme “no”.

Agradezco cada golpe y cada caricia. Pero, sobre todo, agradezco haber comprendido que solo yo puedo hacerme libre para poder decir luego “me he equivocado, pero al menos lo he intentado”.  Aunque podríamos haber sido muchas cosas, de no ser así no serías tú. No sería yo.

viernes, 30 de agosto de 2013

Levántate



Cáete, rómpete la cabeza contra el suelo, que el corazón te salte en mil pedazos.

Un día hace años te regalaron una vida, a ti y solo a ti, y cada uno intenta usarla como buenamente puede. Tal vez elijas rasgar la tuya. Te viste en muchos momentos en los que creíste saltar al vacío. Saltaste, caíste de pie, de rodillas, te aplastaste contra las piedras. No obstante, pese a todo, ahí sigues, buscando y encontrándolo. Sigues viva. Tu vida, la vida, sigue.

A veces llega un momento en que los hechos, las circunstancias, no son fáciles. A veces todo nos devora, nos supera. A veces las cosas no son como habíamos planeado, como creíamos o esperábamos. Párate un momento, coge aire, respira, observa lo que te rodea, mira el resto del mundo. Tal vez para construir tu futuro tengas que romper con tu pasado; pero recuerda, todas y cada una de las personas que aportaron algo a tu vida, bueno y malo, han formado parte de ella. Sin ellas no serías quien eres, no elegirías tu camino, no buscarías ese camino. Agradéceles ser quien eres, buscar el cambio o seguir como siempre.

Cáete, rómpete la cabeza contra el suelo, que el corazón te salte en mil pedazos. Para levantarte tienes que caerte, para reconstruirte debes romperte, para recomponerte hacerte añicos. Tanto si miras a los ojos del que tiene toda la vida por delante como si observas a aquel que tiene arrugas en los párpados, te darás cuenta de que en algún momento la vida puede ser maravillosa. Y cuando ese momento llegue, disfrútalo. Hasta que venga el siguiente.


Ya que la vida se ríe de mí ahora ha llegado el momento en el que yo me ría de ella. 

martes, 20 de agosto de 2013

Tal vez




Y aun pasando el tiempo no entiendo qué me pasa. Por qué me sigo quemando las ideas, las noches, los bolsillos por ti. Y, ¿sabes?, ya me he cansado. Tal vez algún día escriba mientras duermes, seas la esperanza de la humanidad, la luna nos encuentre. Tal vez. 

No obstante, mi vida es mía, cuando quieras formar parte de ella búscame. Tal vez te abra la puerta.

lunes, 19 de agosto de 2013

Miedo


"El miedo es como la familia, que todo el mundo tiene una, pero aunque se parezcan, los miedos son tan personales y tan diferentes como puedan ser todas las familias del mundo.
Hay miedos tan simples como desnudarse ante un extraño, miedos con los que uno aprender a ir conviviendo; hay miedos hechos de inseguridades, miedo a quedarnos atrás, miedo a no ser lo que soñamos, a no dar la talla, miedo a que nadie entienda lo que queremos ser; hay miedos que nos va dejando la conciencia: el miedo a ser culpables de lo que les pasa a los demás; y también el miedo a lo que no queremos sentir, a lo que no queremos mirar, a lo desconocido… como el miedo a la muerte, a quien alguien a quien queremos desaparezca... Pero la felicidad es la ausencia del miedo. Y entonces, me he dado cuenta de que, últimamente, yo ya no tengo miedo a nada.
Librarse del miedo es como quitarse la ropa delante de alguien, a veces cuesta, pero cuando empiezas lo único que tienes que hacer es seguir, sin dudar, y de repente te das cuenta de que el miedo ya no te pertenece… ha desaparecido… como esa ropa que un día dejas de usar."

Los Hombres de Paco - Capítulo 68: Miranda al natural 


Vivo con miedo desde el día en que te fuiste y yo no estaba... vivo con miedo de que te vayas y yo no esté. No sé librarme de esta ropa.

miércoles, 12 de junio de 2013

Bologna



Solo aquí pude encontrar Via Maggia, aunque fuese la calle con menos magia del mundo. Los versos y las estrofas me bañaron, me mecieron, se encarnaron en mí donde existe Via dè Poeti. Aquí, donde entré con el amanecer en Via dei Ruini y siempre salí con una sonrisa. Piazza Maggiore, que nunca ha llegado a albergar tantas sensaciones, tantos domingos, tanto sol, tanta nieve, la grandeza de la pequeña ciudad; y a su lado, como no, siempre leal, Piazza Nettuno, donde aprendí que tanto las fuentes como la vida pueden tener perspectivas diferentes.  Mientras, Sala Borsa siempre era un mar de gentes, de idas y venidas ávidas de palabras, de refugio, de consuelo de cuerpo y mente. Aquí, un café, una canción y un domingo por la tarde en paz, en soledad, en Piazza San Domenico. Recuerdo también sentir el calor, el perfume de la ciudad en Via d’Azeglio.
Via Barbieri fue cine, fue cariño, fueron sonrisas. Cómo olvidar Borgo di San Pietro, tantas noches, tantas historias para dormir y no dormir, tantas fiestas, algo tan clásico. O Filippo Re, donde los nervios y la desgana atesoraban conocimiento. Y qué decir de San Vitale, donde la pizza se saborea hasta el último mordisco. Tal vez perderse alguna noche cualquiera con una cerveza en la mano por el Pratello. Quizás pasear por Via Goito, recordando fotos bajo las flores y helados una tarde de domingo. Dejarse envolver por lo antiguo en Santo Stefano de vez en cuando.
Me acuerdo de Via Cartoleria, el olor, la pasión de Shakespeare que me embriagó una tarde. También de tantas y tantas noches en las que deseé tu boca en Via Castel Tialto. Y Via Marsala amplia y solitaria, perfecta para perderse entre las melodías y los libros antiguos. Me cuesta arrinconar Via Mentana, donde te besé en una esquina y se me quedó grabado. Empaparme de colores, olores y sabores tan diversos que era una gozada perderme en Clavature.
Siempre quedará esa calle que siempre me recordó a Amelie, Via delle Moline; o el Mercato dell erbe, donde me dejaba envolver por el olor de la fruta y la verdura fresca. Recorrer tantas y tantas veces Via Monte Grappa, donde vi nevar y vi llover como en ningún otro sitio en la ciudad; o en Riva di Reno, con su extraño trazado destartalado. El día que me crucé con tu mirada sin ni siquiera conocernos en San Felice. Salir de la ciudad encontrando mil cosas diversas a mi paso por Via Castiglione.
Rayos de sol y tragos en el Giardini Margherita. La magia de ver como amanece la ciudad, como los comercios abren y la gente da los buenos días silenciosamente en Strada Maggiore. Vida, historia, noche y saber resumidos en Zamboni. Preguntarme mil veces por qué Piazza della Pioggia no tiene un cartel con lo bonita que es cuando cae la lluvia.
Luego está Verdi que es tarde, es cerveza, es lo alternativo, lo diverso, la Scuderia, el café después de cualquier clase, el saber, el alcohol y la mezcla variopinta de cualquier cosa que pudiese imaginar.
Imposible de olvidar Belvedere; demasiados cafés, demasiadas historias y visiones, besos contra los portales, sueños y estados de ánimo, sentimientos, amistad… demasiadas cosas para una calle.

Existen y existieron cientos de ciudades, de rincones, de lugares; no obstante San Gervasio siempre fue casa. Casa, como cuando en el escondite dices casa y nada malo puede pasarte. Puesto que allí se escribieron canciones, se escribieron versos, se escribieron cartas, se sacaron sonrisas, se derramaron lágrimas amargas, se callaron amores, se empapó de sexo, se vivió la muerte, se celebró que estamos vivos, se creció, se entendió la soledad, se compartieron los problemas… Era vivir. Era la vida.

Y un día, perdiéndome entre tantas y tantas calles no pude evitar preguntarme si aquellas calles olvidadas que un día inventé como refugio me habían encontrado sin yo saberlo. Entonces, en lo más alto de la más alta torre, por un momento entendí que la libertad no dependía de aquel lugar, de sus tejados rojizos y su gente amable. Vine aquí buscando la libertad y ella me descubrió en mi misma.

Ahora puedo continuar con mi vida, ahora más que nunca tengo la certeza de que vaya donde vaya soy libre.


Bologna, 12 de junio de 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

Amanece



Me encanta ver amanecer. Me encanta la imposibilidad de tus besos. Me encanta estar esperando a que se cuezan los spaghetti. Me encanta la posibilidad de que alguna noche como hoy tus labios tropiecen con los míos. Me encanta saber que la noche es toda mía, solo mía, sin ti, sin nadie. Me encanta la luz del día y que solo se vea la luna. Me encanta imaginar que algún día morderás mi labio. Me encanta sentir que hoy, ahora y siempre tengo tuve y tendré veinte años.

martes, 16 de abril de 2013

Huracán


Él es como un huracán. Cuando las cosas están tranquilas y piensas que todo está bien llega él y con una maldita frase o con una mirada te desarma, manda a la mierda todas las cosas políticamente correctas, todo lo que habías conseguido estabilizar en tu cabeza. Sabes que por mucho que intentaras algo con él no sería nada fácil y eso acabaría algún día, encontraría a otra persona o simplemente buscaría algo nuevo. Sin embargo, siempre hay medio minuto en el que lo darías todo por dejarte arrastrar; porque te agita, hace que te sientas viva, te hace ver que en el mundo aun quedan cosas buenas. Sabes que al final caerás, pero ¡joder!, ¿y las ganas que tienes de hacerlo?
Entonces piensas racionalmente, te agarras a lo primero que pillas, esperas a que el huracán pase y, cuando lo hace, intentas volver a como estaba todo antes.

Hasta que vuelva a llegar el huracán.

lunes, 15 de abril de 2013

Enséñame a bailar




¿Sabes? A veces me gustaría saber bailar. Saber estrechar tu cintura entre mis manos, recorrer tus caderas con las yemas de los dedos. Que las puntas de mis pies siguieran los tuyos, marcadamente, decididamente. Sentir el ritmo correr entre mis venas y cómo el compás acrecienta la atracción entre tu cuerpo y el mío. Que tus ojos me recorran desde la nuca hasta los míos, que devoran tu boca en silencio. Que la magia nos envuelva, la música nos embriague y nuestros cuerpos se busquen ávidos de dar el siguiente paso. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Stand by


Ya sabéis... soy así, qué vamos a hacerle. Lo siento (y a la vez no lo hago). No obstante, en mi ausencia nos dejo en algo en qué pensar:

¿Por qué las cosas se ven tan lúcidas cuando vas borracha y tan difusas cuando vas serena?

lunes, 1 de abril de 2013

Roma



- Bienvenida a Roma, mi pequeña Amelie. 

Y mientras dejas las maletas en el suelo es inevitable que se te dibuje una sonrisa, aunque aun no eres consciente de todo lo que queda por venir. 
Te imagino con tus gafas rojas en el Coliseo, mientras invento para ti la conversación de dos espectadores durante algunos juegos hace ya unos cuantos años. Pienso luego en llevarte a la Bocca della verità, entonces volverás a prometerme que cuando vuelvas verás de una vez Vacaciones en Roma. Seguro que cuando lleguemos a la Piazza del Popolo querrás subir al Pincio para ver desde arriba a la gente pasar. Será inevitable tardar más de lo previsto en atravesar Via del Corso y te lamentarás más de veinte veces por no tener una tarjeta sin límites. En Piazza Spagna me preguntarás si siempre está así, a rebosar, y me recordarás aquella película que un día vimos en el cine. Mientras paseemos a orillas del Tiber, dirección a Piazza San Pietro, me propondrás si podemos volver otro día a ver atardecer desde allí. Cuando crucemos Ponte Sant'Angelo pensarás en cuanto te gustaría colgar un candado, sin embargo te lo callarás. Tal vez cuando entremos en el Pantheon y te cuente su historia me hablarás sobre ciencia y religión. Será fantástico ver tu cara de felicidad después de lanzar una moneda a la Fontana di Trevi. Te quedarás boquiabierta cuando descubras que Piazza Venezia sigue siendo preciosa también por la noche. Después de comer, cuando andes por el Trastevere, me cogerás de la mano sin poderlo evitar. Sonreirás fascinada entre artistas y turistas en la Piazza Navona, y con tu cara de niña pequeña observarás con deseo el interior de alguna cremería. Será tarde, ya en Via dei Coronari, sin saber bien qué hacer, me desearás buenas noches y yo te recordaré la frase que rezaba aquel muro (lejano de allí), diciéndote "no las desees, dame unas buenas noches".

Pero aun no voy a imaginarme nada. Mejor vivirlo. Te devuelvo la sonrisa y añado:

- ¡Vamos! Estábamos esperando tu llegada, yo y la ciudad.

domingo, 31 de marzo de 2013

El día que salí de tu vida


Recuerdo el día que entraste, por la puerta grande, como un tornado rompiendo todos los esquemas a tu paso. No obstante, tengo una vaga memoria de aquella tarde, con los papeles esparcidos por la mesa, en la que me invitaste a salir por la puerta de atrás. No soy capaz de decir cuánto tiempo ha pasado (y mira que antes lograba contar las horas, minutos y segundos que podían transcurrir entre dos espacios), y lo cierto es que me queda algún recuerdo vago. Sin embargo, descubrí que se les puede cambiar el nombre a las calles, que es posible transformar las fechas e incluso quitarles tus apellidos, existen otros labios con otros sabores y descargas diferentes. Escribí otros versos, para otras piernas, otros lugares, otros sabores que no eran los tuyos, y ¿sabes qué? Que salieron buenos versos.  

Pero lo más importante es que entendí que la felicidad no se resume a un solo tipo y que la muerte, por mucho que nos empeñemos, solo llega con el propio fin, nunca cuando parte alguien. 

Y para ello, por suerte, me marché por la puerta de atrás. 

miércoles, 27 de marzo de 2013

Historia de amor sin amor



¿Sabes? Yo iría a recibirte por sorpresa al aeropuerto con una flor en la mano. Me aprendería ese poema que me recuerda a ti. Te llevaría al desayuno a la cama. Me quitaría la chaqueta si tienes frío. Escribiría cualquier cosa estúpida que te hiciese sonreír. Esperaría a dormir luego por ver cómo duermes tú.  Me pasaría la tarde cocinando para ti. Me encontraría contigo en medio de cualquier plaza de cualquier capital, como si no nos conociésemos de nada. Te llevaría a la playa en invierno, cuando necesites recordar que el mar sigue en su sitio. Te invitaría al cine solo por el placer de ver tu cara atenta a la luz de la pantalla mientras me coges de la mano. Me pasaría todo el domingo en la cama, contigo. Te enseñaría Roma, Londres, París, el mundo, aunque no haya estado nunca en él. Leería para ti un poco cada noche. Te tocaría el pelo hasta que te durmieses. Me pasaría horas mirando tu cuerpo desnudo entre las sábanas. Te enviaría cartas escritas a mano, aun viviendo a cinco minutos de ti. Haría salir el sol por la noche y la luna por el día. Trazaría un mapa de tu piel solo con besos. Te seduciría en cualquier bar, como si fuese el primer día.

Sin embargo no lo haré. Al fin y al cabo no me lo has pedido. No eres para mí, puesto que nadie pertenece a nadie. No olvidemos que aún no se ha inventado la película en la que no aparezca el cartel de Fin. 

martes, 26 de marzo de 2013

La gent normal




Mai entendràs el fracàs dels altres,
mai comprendràs com els somnis
se'ns van quedant en riure i beure, i anar tirant
i, si es pot, follar de tant en tant.

Mentre les coses passen i la meua armadura es va fent més gran sembla que tot torna a ser com era abans. Que torna l’hivern mentre arriba la primavera, i canvie els llençols i entra aire fresc per la finestra. I tot es tanca, busque la clau però no sé on l’he buscar, on podré trobar-la. Que vull ser com la resta i que probablement tu tingues la cuirassa més invisible i més gran, no obstant, qué anem a fer-li si cadascú depén d’un mateix i no del que els demés li aconsellaran.  

Però per molt que els somnis se'm queden en riure, beure i anar tirant sé que jo mai arribaré a ser com la gent normal. 

domingo, 24 de marzo de 2013

Desaparecer


Abandono. Soledad. Domingo por la noche.

El fin parece que está cerca, que todo está apunto de estallarte y piensas en el pasado. Pasa el tiempo y cuando crees que todo se transforma te das cuenta de que estás en el mismo punto que hace pocos años y te engañas a ti mismo pensando que nada va a cambiar. El problema es que por mucho que intentes comparar las cosas las circunstancias lo convierten todo. ¿Nada va a cambiar? Por mucho que te empeñes en creer lo contrario ya no eres esa persona. ¿Recuerdas el daño recibido? Úsalo como coraza.

Piensa que, al fin y al cabo, mañana es lunes.

sábado, 23 de marzo de 2013

No recuerdo




NO RECUERDO


En un bar adonde nunca fuimos
senté nuestro recuerdo
yo jamás entré allí
no bebí su humedad
no escribí su silencio
No creo que lo hayas visto siquiera
sólo me pareció un buen lugar
-marrón y sombrío-
para dejar el no recuerdo
de un no amor.
Cuando paso por allí
Trato de no pensarte.


Gisela galimi

lunes, 4 de marzo de 2013

Encrucijada





Siento que he llegado tarde, o que siempre me estoy equivocando. Pero lo extraño es que vivo lo que me toca vivir y no puedo hacer nada contra ello. ¿Puedo elegir? ¿Debo elegir?

Tal vez el camino aun no me ha encontrado… o tal vez me metí en el camino donde no me llaman. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Entonces, sonreirás.



Hasta lo más sencillo es complejo. Cada momento parece el fin de todo y el principio de nada. Todo parece más fácil si cambias de ciudad, si empiezas de cero, pero la clave de todo está en ti. Parece que todo sea estático, que todo sigue como siempre y que nada vaya a cambiar, que estás hastiada de la realidad, de tú realidad. Buscas fuera lo que no tienes dentro. Y piensas. Y recuerdas. Y entonces, con tiempo, entiendes.

Recuerda, por ejemplo, una noche. ¿Hay muchas noches en tu vida verdad? Buenas. Malas. Aquella noche en que lloraste a escondidas porque las cosas no eran como esperabas. La noche en que hiciste aquello que pensabas que jamás te atreverías. La que sentiste que perdiste algo que jamás ibas a recuperar. O la noche tranquila de la que no esperabas nada y acabaste de madrugada sin poder parar de reír. La noche que no te separaste de su lado, pensando que era la última vez que lo verías. Esa noche en la que tal vez no era lo apropiado pero no podías dejar de recorrer sus labios.

Bien, ¿las recuerdas? ¿Tienes esas noches? Recuerda cómo te sentiste, lo que aprendiste, lo que perdiste, lo que ganaste. Eres frágil, pero tienes la capacidad de recomponerte. Un día pensaste que ese momento se te escapaba entre los dedos, esos labios, esas palabras, esos amigos. Con el tiempo viste que podías encontrar y encontraste otros momentos, labios, palabras y amigos diferentes, mejores y peores, pero que te hicieron pensar en que otra cosa era posible, te hicieron sentirte viva.

Tal vez te sientas perdida o desilusionada, como otras veces, pero piensa que cuando menos lo buscaste el camino terminó por encontrarte.  Disfruta de las pequeñas cosas y saborea las pequeñas ilusiones, pues solo así llegará el momento en que te darás cuenta de que son las noches pasadas y presentes (todas sin excepción) las que te muestran que estás viva. Entonces, sonreirás.


A ti, que me has curado enseñándome que era yo quien tenía que curarme a mí misma.

martes, 12 de febrero de 2013

Click



Me mira a los ojos fijamente y siento como algo se despierta dentro de mí, como un botón cuando hace “click”. Intento apartar la mirada pero creo que ya es demasiado tarde.

Me ha atrapado.

Ese “click” ha encendido la mecha y mi cuerpo es ahora mismo un almacén hasta los topes de pólvora. Probablemente acabemos volando en mil pedazos. No me importa. Sus labios rojos son un imán del que debería de alejarme, pero ya se sabe: pase lo que pase los polos opuestos se atraen, es inútil oponer resistencia.

Sonríe por encima de su abrigo, con esos ojos capaces de mirar con deseo y con cariño a partes iguales. Mis músculos se derriten y se prenden…

Vuelve a mirarme, me tiende la mano provocándome y yo… yo estoy dispuesta a dejarme a arrastrar hasta ese lugar desconocido y en apariencia oscuro. La curiosidad por saltar al precipicio me devora.

Saltemos.

jueves, 17 de enero de 2013

Mejor






Mejor que los versos escritos en las paredes. Mejor que llorar de la risa. Mejor que cuando me miras y sabes lo que estoy pensando. Mejor que tu sonrisa al verme a la salida del colegio. Mejor que leer a la luz de las velas. Mejor que sentir que la noche es mía. Mejor que escuchar vuestras voces cantando mis palabras. Mejor que llegar a casa y que esté calentita. Mejor que volver a un lugar y sentir que nunca te has marchado. Mejor que las conversaciones en mi coche de madrugada. Mejor que imaginar historias antes de dormirse. Mejor que idear planes. Mejor que imaginarte desnuda encima de la cama. Mejor que viajar en coche. Mejor que pasear en silencio. Mejor que el olor del café recién hecho. Mejor que tus abrazos. Mejor que cuando me decís que estáis orgullosos de mí. Mejor que cuando te veía llorar de felicidad. Mejor que el sol y el cielo azul de los domingos. Mejor que cenar en la playa una noche de verano. Mejor que el abrazo que me diste cuando me viste después de cuatro meses. Mejor que sentir cuánto me quieres. Mejor que tus consejos de madre. Mejor que volver y tener la certeza de que nada ha cambiado. Mejor que emocionarse con una canción. Mejor que leer. Mejor que cogerse la mano en el cine. Mejor que los cinco segundos antes del beso. Mejor que tus preguntas curiosas. Mejor que las noches con vosotros. Mejor que una cerveza fría en verano. Mejor que cuando agradecen de corazón mi trabajo. Mejor que hacerse el muerto en el mar. Mejor que tu cara de ilusión después de darte un regalo. Mejor que ver Amelie una vez más y seguir sintiendo lo mismo que la primera vez. Mejor que un concierto. Mejor que darme cuenta de que soy valiente. Mejor que el calor del fuego un 19 de marzo.  Mejor que la sonrisa de un niño.

Mejor que entender la felicidad.

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