martes, 16 de abril de 2013

Huracán


Él es como un huracán. Cuando las cosas están tranquilas y piensas que todo está bien llega él y con una maldita frase o con una mirada te desarma, manda a la mierda todas las cosas políticamente correctas, todo lo que habías conseguido estabilizar en tu cabeza. Sabes que por mucho que intentaras algo con él no sería nada fácil y eso acabaría algún día, encontraría a otra persona o simplemente buscaría algo nuevo. Sin embargo, siempre hay medio minuto en el que lo darías todo por dejarte arrastrar; porque te agita, hace que te sientas viva, te hace ver que en el mundo aun quedan cosas buenas. Sabes que al final caerás, pero ¡joder!, ¿y las ganas que tienes de hacerlo?
Entonces piensas racionalmente, te agarras a lo primero que pillas, esperas a que el huracán pase y, cuando lo hace, intentas volver a como estaba todo antes.

Hasta que vuelva a llegar el huracán.

lunes, 15 de abril de 2013

Enséñame a bailar




¿Sabes? A veces me gustaría saber bailar. Saber estrechar tu cintura entre mis manos, recorrer tus caderas con las yemas de los dedos. Que las puntas de mis pies siguieran los tuyos, marcadamente, decididamente. Sentir el ritmo correr entre mis venas y cómo el compás acrecienta la atracción entre tu cuerpo y el mío. Que tus ojos me recorran desde la nuca hasta los míos, que devoran tu boca en silencio. Que la magia nos envuelva, la música nos embriague y nuestros cuerpos se busquen ávidos de dar el siguiente paso. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Stand by


Ya sabéis... soy así, qué vamos a hacerle. Lo siento (y a la vez no lo hago). No obstante, en mi ausencia nos dejo en algo en qué pensar:

¿Por qué las cosas se ven tan lúcidas cuando vas borracha y tan difusas cuando vas serena?

lunes, 1 de abril de 2013

Roma



- Bienvenida a Roma, mi pequeña Amelie. 

Y mientras dejas las maletas en el suelo es inevitable que se te dibuje una sonrisa, aunque aun no eres consciente de todo lo que queda por venir. 
Te imagino con tus gafas rojas en el Coliseo, mientras invento para ti la conversación de dos espectadores durante algunos juegos hace ya unos cuantos años. Pienso luego en llevarte a la Bocca della verità, entonces volverás a prometerme que cuando vuelvas verás de una vez Vacaciones en Roma. Seguro que cuando lleguemos a la Piazza del Popolo querrás subir al Pincio para ver desde arriba a la gente pasar. Será inevitable tardar más de lo previsto en atravesar Via del Corso y te lamentarás más de veinte veces por no tener una tarjeta sin límites. En Piazza Spagna me preguntarás si siempre está así, a rebosar, y me recordarás aquella película que un día vimos en el cine. Mientras paseemos a orillas del Tiber, dirección a Piazza San Pietro, me propondrás si podemos volver otro día a ver atardecer desde allí. Cuando crucemos Ponte Sant'Angelo pensarás en cuanto te gustaría colgar un candado, sin embargo te lo callarás. Tal vez cuando entremos en el Pantheon y te cuente su historia me hablarás sobre ciencia y religión. Será fantástico ver tu cara de felicidad después de lanzar una moneda a la Fontana di Trevi. Te quedarás boquiabierta cuando descubras que Piazza Venezia sigue siendo preciosa también por la noche. Después de comer, cuando andes por el Trastevere, me cogerás de la mano sin poderlo evitar. Sonreirás fascinada entre artistas y turistas en la Piazza Navona, y con tu cara de niña pequeña observarás con deseo el interior de alguna cremería. Será tarde, ya en Via dei Coronari, sin saber bien qué hacer, me desearás buenas noches y yo te recordaré la frase que rezaba aquel muro (lejano de allí), diciéndote "no las desees, dame unas buenas noches".

Pero aun no voy a imaginarme nada. Mejor vivirlo. Te devuelvo la sonrisa y añado:

- ¡Vamos! Estábamos esperando tu llegada, yo y la ciudad.

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