domingo, 22 de enero de 2017

Perversiones de la mirada



Es noche profunda. Una noche oscura bañada por flashes y luces de neón. El aire es estático, cargado, denso. El tiempo vuela tan fugaz como los hielos de su copa. Se deja llevar, se mece entre los vaivenes de todos los cuerpos que abarrotan la sala.

Se ha dado cuenta de que hace un buen rato que está siendo observada.

Al otro lado del grupo de gente que está bailando a su alrededor, siente como alguien está clavando sus ojos en ella. Al principio aparta la mirada. No obstante, la segunda vez que se miran, observa cómo sus dientes se clavan en el labio. Un gesto tan insignificante, es capaz de provocar un incendio que ella, inútilmente, intenta apagar tocándose el pelo.

Lo sabe. Ella sabe que es demasiado tarde como para salir de una red en la que quiere atraparse. Enredarse.

Entonces, comienza la película, con un movimiento a cámara lenta en blanco y negro.

Esos ojos marrones siguen una línea directa hacia los suyos. Se mueven, le muerden, le arrancan la ropa, la saliva, sin ni siquiera tocarla. Esos ojos que siguen directos hacia el blanco de su presa. Y ella no puede hacer más que abrirse paso con una calmada urgencia, abrir su ropa, abrir su lengua, sus piernas, sus ojos, sin ni siquiera haber sido tocada.

El aire se sigue cargando mientras esos ojos marrones se la siguen comiendo en la trayectoria hacia su boca. A ella ya poco le importa todo aquello que exista, que sea, en ese preciso instante. Se comería hasta su alma. Devoraría todas y cada una de las sonrisas que pueda encontrar por su cuerpo.

El viaje llega hacia el encuentro. A esas alturas no es necesario pronunciar estupidez alguna. Está perdida, acorralada, contra las cuerdas de esos ojos tan profundos como el precipito al que se va a lanzar.

Ella lo sabe. Lo necesita. Le urge. Se exige gemírselo al oído de esos ojos marrones.

Ella sabe de la urgencia que corre cuando necesitas atrapar con los dientes una mirada que provoca. Ella sabe que no hay nada más sugerente que desnudar, follar, esos labios manchados de carmín.

jueves, 19 de enero de 2017

No me mires


Hoy he ido al cine con alguien que no eras tú.

Era la típica película que probablemente hubiéramos ido a ver. Aunque contigo tampoco me hubiese gustado, al menos hubiera jugado con tus manos.

Quien estaba hoy a mi lado iba diciéndome cosas, alguna broma, algún comentario sobre la película.
Tú en cambio solo abrías la boca para decir “no me mires” cada vez que me descubrías con la cara girada hacia ti, aunque tú a veces hicieras lo mismo.

Hoy he ido al cine con alguien que no eras tú. Y he descubierto una terrible verdad.

Una verdad ya sabida:

Que no quiero ya que nadie me mire como tú me mirabas.

Copyright

Licencia de Creative Commons
Maduramente infantiloide by Callecuerda is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en http://maduramenteinfantiloide.blogspot.it/.