Se escapa entre las miradas furtivas.
Esta vez no pienso ser yo quien ponga las cartas sobre la mesa, búscame, provócame. Juega y deja de jugar.
Porque esta noche te devoraría la boca hasta que no me quedaran fuerzas, vulgarmente y sin ningún remordimiento.
No necesito el desayuno, ni una palabra dulce. Simplemente mañana será otro día.
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