martes, 29 de octubre de 2013

Cambios



Tres historias. Tres puntos suspensivos. Tres saltos de página.

Entones llega ese momento en el que comprendes que hay fantasmas que te acompañarán toda tu vida como una carga. Cosas que nunca te dije, besos que te pedí, orgasmos que intenté robarte, horas que arañamos al sueño, acuerdos a los que tratamos de llegar, cafés a media tarde.

Das media vuelta y ves a tu yo del pasado; a sus flores, sus cartas de amor, sus pequeños detalles insignificantes, sus palabras justas en el momento adecuado. No sabes ni dónde ni cuándo, solo lo rápido que ha sido todo. Te ves ahora, fría, distante y cómo tu alrededor resbala sobre ti como la lluvia lo hace por las farolas. Comprendes que nada te duele lo suficiente como para derramar una lágrima, quizá porque ya quemaste demasiadas, quizá porque debe ser así. Te miras al espejo y te has convertido en una persona triste oculta bajo una sonrisa, en alguien vulgar. Te cansaste de esperar, porque no hay qué ni quién esperar.


Lo peor de todo es que te has convertido en aquellas personas a quien siempre odiaste. Y sigues caminando.

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